En ocasiones, encontramos en la prensa y la televisión noticias relativas a accidentes (incendios, explosiones, escapes de productos químicos, …) ocurridos en industrias o edificios en los que se producen víctimas y enormes daños materiales y ambientales. Todos tenemos en mente algunos de ellos, de los que por su trascendencia o repercusión no hemos podido ser del todo ajenos.
La prevención y el mantenimiento de las instalaciones son elementos importantes para evitar que se produzca una situación de emergencia en cualquier actividad o establecimiento, pero si ésta llegara a materializarse es preciso llevar a cabo actuaciones de manera inmediata para tratar de garantizar la seguridad de las personas que pudieran verse afectadas y controlar la situación, limitando la extensión de la emergencia a otras zonas y evitando daños mayores.
Es posible que nunca tengamos que vivir una situación así en nuestra empresa, pero tenemos que estar preparados para ello. Todas las empresas deben prever las posibles situaciones de emergencia que puedan afectarles como consecuencia de la propia actividad o de situaciones externas y estar en disposición de afrontarlas con medios propios, elaborando para ello unas Medidas de Emergencia o un Plan de Autoprotección, que constituyen el sistema de acciones y medidas encaminadas a dar una respuesta adecuada a estas emergencias.
Para comprobar si lo que se ha establecido en estos Planes o medidas de emergencia es adecuado y funciona de acuerdo a lo previsto, la mejor forma es mediante la realización de simulacros.
Como paso previo a la realización de un simulacro, es necesaria la formación del personal que integre los equipos asignados para el control de las emergencias, así como la información a todo el personal de las medidas que deben adoptar. Una vez cumplida esta etapa, se estará en disposición de organizar un simulacro para comprobar si las medidas y actuaciones se desarrollan en la práctica del modo previsto.
La realización de un simulacro requiere una planificación previa y detallada del escenario de emergencia que se va a recrear, por lo que es conveniente realizar una reunión preparatoria del mismo por parte de los responsables, con objeto de determinar el tipo de emergencia que se va a simular, fechas, horario, lugar o zona afectada, personas y equipos que intervienen, etc.
En función de los riesgos existentes y de la tipología de las emergencias que puedan producirse, los simulacros podrán ser más o menos complejos e implicar la movilización de diferentes efectivos, si bien es conveniente incluir la evacuación. Hay que valorar también la posibilidad de contar con observadores ajenos a las tareas de intervención, convenientemente identificados y distribuidos en puntos estratégicos, cuya función es comprobar el desarrollo de las actuaciones en cada punto para la gestión de la emergencia, y con objeto de detectar posibles fallos y oportunidades de mejora.
En el ejercicio del simulacro llega el momento de poner en práctica lo aprendido. Cuando se realiza un simulacro por primera vez en un centro es recomendable avisar previamente a todo el personal del día, la hora y las condiciones de realización del mismo, con objeto de evitar situaciones de pánico y desconcierto, porque pueda haber quien considere que se trata una emergencia real.
En simulacros posteriores, también será conveniente que antes del mismo se recuerde o refuerce la información de los procedimientos de actuación y la formación específica a todos los participantes. Es importante que los simulacros se realicen periódicamente para que el personal vaya adquiriendo hábitos y asimilando de forma gradual las pautas de comportamiento.
En función del grado de entrenamiento y de las experiencias anteriores, se podrá ir restringiendo progresivamente la información proporcionada a los empleados, ocultando la hora, posteriormente el día de la semana, hasta lograr que se mantenga una respuesta serena, organizada y eficaz ante una situación de emergencia.
También se puede ir aumentando progresivamente la complejidad de las situaciones, incorporando elementos que puedan, aun saliendo de lo habitual, presentarse durante el desarrollo de la emergencia dificultando las actuaciones (bloqueo de salida de evacuación habitual, fallos en los sistemas alerta o de comunicación, personal encerrado en local, ausencia de personal de los equipos, heridos, etc.). Como hemos indicado, el simulacro debe realizarse periódicamente, pero no tiene porqué convertirse en una actividad monótona y rutinaria en la que cada vez se realiza el mismo ejercicio, sino que con un poco de creatividad e imaginación puede convertirse en todo un reto para la organización.
Si se trata de establecimientos con un riesgo elevado, ya sea por la actividad desarrollada, o por las características del establecimiento, puede ser aconsejable invitar a participar (activamente o como observadores) a los medios de ayuda externos con objeto de comprobar, no solo la adecuada coordinación de las actuaciones, sino para que conozcan también de primera mano las instalaciones y valoren las dificultades que pudieran presentarse en caso de que fuera necesaria su intervención. En cualquier caso, conviene avisar con antelación a los servicios de emergencia y policía de la realización de los simulacros para evitar la movilización de medios ante avisos que pudieran llegarles por parte de terceras personas, al observar una situación anómala.
Una vez finalizado el simulacro, llega la hora de hacer una valoración del ejercicio y extraer conclusiones, principalmente relacionadas con los tiempos de respuesta, actuaciones, procedimientos, uso de los equipos de protección, coordinación, comunicaciones, incidencias, etc. Los resultados de este análisis y sus conclusiones se plasman en un informe, que recoge también las medidas de corrección o preventivas a adoptar.
No debemos caer en el error de pensar que es un fracaso si se detectan fallos en el simulacro y no todo funciona a la perfección. Al contrario, es la detección de estos fallos lo que nos permite una mejora continua de las medidas y procedimientos adoptados y, sobre todo, supone un entrenamiento y un aprendizaje, porque lo que uno realmente aprende es aquello de lo que hace experiencia.
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