#DíadelaMujer. La igualdad no debe enfrentar sino sumar

Visibilizar y hacer consciente a la sociedad de la discriminación existente es determinante si se quiere provocar algún cambio. El reto radica en cómo hacerlo, y para ello debemos aprender de los errores.

Muchas personas interpretan la celebración del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer (trabajadora), como la reivindicación del espacio profesional en el que la mujer puede y debe tener libre acceso e igualdad de trato. Sin embargo, desde mi punto de vista, debemos ir más allá ya que queda algo ‘simple’ para la realidad social en la que nos encontramos.

Se han dado pasos a la hora de propiciar un ecosistema igualitario dentro de las empresas. Primero con la Ley de Igualdad de 2007 (que trabaja la parte más formal y explícita en las empresas), y luego con estrategias de empoderamiento femenino (a la orden del día en la mayoría de las empresas involucradas en temas de diversidad). Con todo esto, los resultados no son los deseados ni al ritmo esperado. La ONU, en su Global Gender Gap Report de 2017, estimó que tardaríamos 100 años en alcanzar estadios aceptables de igualdad (lo que significó un retrasó 17 años respecto a su estimación del 2016).

Para mí, el reto radica en orientar los esfuerzos hacia enfoques inclusivos y de impacto ‘menos evidente’: la igualdad de género es un problema que afecta a todas las personas y se visualiza en la cotidianeidad donde todos podemos ser agentes de cambio.

Por tanto, los slogans que consoliden la imagen de que el tema de la igualdad es una lucha de las mujeres y para las mujeres no sólo serán inciertos, sino que además resultarán poco hábiles. Y es que actuaciones únicamente enfocadas en la mujer consiguen movilizar, pero si no encuentran en su entorno el mismo nivel de sensibilización o implicación con el cambio deseado provocarán frustración y se enfrentarán a reacciones reactivas (en el mejor de los casos).

En línea con ello me siento muy identificada con el movimiento #heforshe, nacido en la ONU en 2014 con el objetivo de movilizar, comprometer y visibilizar la igualdad de oportunidades como un desafío e interés de todos a través de la contribución de hombres y niños como agentes de cambio.

Descendiendo este enfoque a la cotidianeidad de la empresa, los hombres pueden convertirse en una punta de lanza muy efectista en este proceso de cambio haciendo patente que es un reto de todos. Hay diferentes formas de contribuir como referente masculino de igualdad. Los profesionales que muestran su orgullo de tener ‘vida privada’, que saben gestionar la presión sin necesitar ‘ver al equipo en su sitio’ para sentirse reconfortado, que no tienen pudor en manifestar desacuerdo ante comentarios o actuaciones machistas habituales, o que valoran en otros estilos la complementariedad al propio (y no se rodean de #miniYO), son fundamentales para este cambio.

Este posicionamiento se dirige directamente a la línea de flotación de la desigualdad en el contexto empresarial. Qué profesional no quiere estar en empresas dónde la meritocracia es evidente y refrendada, dónde se rodea de gente de la que aprender por tener diferentes enfoques o maneras de hacer las cosas, dónde profesionales responsables con una rica faceta personal se reconocen como talento sostenible y equilibrado, o dónde más allá de resultados ‘el alma de la empresa’ se compromete con un fin trascendente que dota de significado los esfuerzos y sobreesfuerzos.

El compromiso y el cambio dependen de pequeños detalles del día a día. Se necesitan millones de agentes de cambio comprometidos actuando desde su cotidianeidad. Creo sinceramente que los hay pero que falta que se manifiesten y visibilicen. ¿Y tú? ¿Eres #heforshe? Si es así, muéstrate con valentía y súmate al cambio.