Es difícil saber con certeza el impacto real de todo lo acontecido, pero es muy probable que síntomas como el estrés, la disminución del estado anímico, la irritabilidad o el insomnio formen parte de nuestro día a día durante varios meses.
El ‘síndrome post-cuarentena’ poco o nada tiene que ver con el llamado ‘síndrome postvacacional’. Venimos de estar en casa, sí, pero esta estancia ha supuesto, en el mejor de los casos, la separación de nuestros seres queridos, la pérdida de nuestra libertad y la convivencia con la incertidumbre acerca de cómo evolucionaría la enfermedad o de si podríamos mantener la seguridad económica. Estos factores han estado deteriorando nuestro bienestar personal, por lo que volver a la rutina puede suponer un importante reto.
Queremos compartir contigo seis recomendaciones que te puede ayudar a afrontar tu día a día:
Poco importa que sean sutiles o de gran magnitud, la cuestión es que cuando se producen cambios, las personas necesitamos un periodo de adaptación. Seguramente retomar la rutina no ha significado volver a las mismas condiciones o circunstancias que tenías antes de estar confinado, de manera que lo que realmente ha ocurrido es que has pasado de un estado excepcional a otro igualmente desconocido para ti. Esto hace que el tiempo de adaptación sea aun más necesario. Trata de no juzgarte y evita comparaciones con la normalidad anterior.
Para poder integrar en nuestra historia de vida las experiencias dolorosas y en algunos casos traumáticas, es fundamental dotarlas de significado. Seguro que habrás sufrido y sufrirás algunos cambios que te generarán confusión o desconcierto, pero si los conectas con tus valores, saldrás reforzado y resiliente. Algunas preguntas que te pueden ayudar en esta tarea son: ¿a dónde nos ha llevado el esfuerzo colectivo de estar confinados?, ¿en qué sentido ha supuesto esta situación una oportunidad?, ¿he descubierto alguna actividad o algo de mí mismo/a que quiera mantener a partir de ahora?, etc.
Marcarte una rutina adaptada a la nueva situación o planificar con anterioridad las tareas pendientes, es el mejor antídoto contra el estrés. Cuando trasladamos a un calendario o agenda la información que tenemos circulando en nuestra cabeza, aumenta nuestra capacidad para mantener la calma. En este punto es interesante recordar que, cuando vivimos la rutina con mucho estrés, suele pasar que destinamos poco tiempo a nuestro autocuidado y a las actividades que verdaderamente disfrutamos. Por ello, es necesario que incluyas este tipo de acciones en tu día a día.
La nueva normalidad implica aprender a convivir con el virus. Esto significa que la buena gestión de emociones como el miedo, la ansiedad o la frustración resultará imprescindible para tener una vida satisfactoria. El problema no es que aparezcan estas emociones o no, sino el grado en el que las personas nos dejamos ‘secuestrar’ por ellas. Es normal sentirse temeroso al salir a la calle o al volver a relacionarnos con los demás en espacios cerrados. El miedo nos invita a protegernos y facilita comportamientos como ponerse mascarilla, mantener las distancias de seguridad, ser más cauto en las visitas a las personas mayores, etc. No obstante, si nos dejamos llevar por él y evitamos cualquier tipo de actividad que pudiera resultar valiosa para nosotros, se verá afectado nuestro estado de ánimo y se agudizarán los síntomas de ansiedad. Para ayudarte en este punto te vendrá bien empezar por pequeñas aproximaciones a la situación temida y utilizar auto instrucciones que faciliten dicho acercamiento ("puedo afrontar la situación, aunque me sienta asustado/a", "ya tomo las medidas que dependen de mí para protegerme", "voy a ocuparme de los problemas del presente", "si me enfrento, después me sentiré mejor").
El distanciamiento físico necesario para salir definitivamente de esta crisis sanitaria no implica necesariamente un distanciamiento social y/o emocional. Los seres humanos necesitamos de los demás para conservar el bienestar personal. Se ha demostrado en numerosas ocasiones que las personas con mayor resistencia psicológica son aquellas que tienen capacidad para expresar lo que les ocurre y además tienen a alguien con quien compartirlo. Pueden aparecer resistencias como no querer molestar, cuestionarse si los demás comprenderán nuestro malestar o pretender evitar cualquier signo de vulnerabilidad, pero expresarte con los que tienes al lado te ayudará a procesar tus emociones y a sentirte reconfortado en los momentos difíciles.
El insomnio es una de las principales secuelas que ha dejado el periodo de confinamiento. Para restablecer tu nivel de actividad de la mejor manera posible será necesario que te sientas descansado y con energía. Algunas pautas que mejorarán tu higiene del sueño son: mantener regularidad en los horarios de acostarse y levantarse, utilizar la cama únicamente para dormir, realizar alguna actividad relajante que pueda inducir al sueño, evitar siestas o procurar que estas no superen los veinte minutos, salir de la cama y hacer algo monótono si tardamos en conciliar el sueño e incorporar hábitos de vida saludables.
Nos llevará algún tiempo aceptar e integrar la realidad que hemos vivido, pero el uso de estas herramientas puede ponértelo un poco más fácil.
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