Todos deseamos o intentamos seguir una alimentación sana, equilibrada y segura. Pero esto no ocurre ni de forma espontánea, ni surge de la noche a la mañana. Lo primero de todo es informarse sobre qué tipo de dieta es la más conveniente para nosotros, qué alimentos son más saludables y cómo combinarlos.
Hablar de ALIMENTACIÓN, es hablar de un proceso voluntario. Podemos comer lo que nos apetece en función de gustos, estados de ánimos, educación, nivel económico, …
Hablar de NUTRICIÓN, es hablar de un proceso involuntario pero fundamental para que nuestro organismo adquiera nutrientes de forma constante en función de la edad, el sexo, la actividad física…
La nutrición depende de la alimentación, es decir, de la elección más o menos acertada que hacemos a la hora de alimentarnos. Y este hecho tiene una ventaja:
"Alimentarse es un hábito que se aprende, así que es educable y modificable."
Si podemos educar nuestra alimentación, nuestra nutrición saldrá beneficiada, y por lo tanto nuestra salud mejorará.
Y educar nuestra alimentación no solo se refiere a comer equilibrado, también se trata de comer seguro. Garantizar la higiene y seguridad de los alimentos que consumimos, es un aval más para nuestra salud.
Así que vamos a explicar cómo evitar que los alimentos se contaminen y perezcan pronto, empezando por la compra de los alimentos, uno de los pasos más importantes.
Antes de salir a hacer la compra es primordial planificarla: ¿Qué vamos a comer? y, por tanto, ¿qué necesitamos comprar? ¿Qué compraremos primero y en qué establecimientos? ¿Cómo los transportaremos y dónde los guardaremos al llegar a casa? De todo ello depende el éxito de alcanzar una dieta equilibrada y segura.
Vamos a ver los aspectos a tener en cuenta para hacer una compra segura.
En los últimos años se ha modificado la forma de adquirir alimentos. Antes se compraba solo lo del día o la semana y los mercados era prácticamente el sitio principal para comprar.
Actualmente, en la mayoría de los casos y por cuestiones de tiempo, las compras son quincenales o mensuales. Y la variedad de establecimientos es enorme, supermercados, grandes superficies, tiendas de barrio, también en el mercado, por internet, servicios a domicilio, etc.
Pero la compra es un paso más en la cadena alimentaria y su importancia recae en que es en este momento cuando adquirimos los alimentos que vamos a consumir, de los que depende nuestra alimentación y consecuentemente, nuestra nutrición.
La planificación de la compra permite adquirir las cantidades adecuadas, de forma que aseguramos no tirar alimentos, evitar que pierdan calidad y prevenir posibles problemas de seguridad alimentaria por mala conservación.
Hacer la lista de la compra de toda la vida es el mejor consejo, pero teniendo en cuenta 2 conceptos principales.
Nuestro menú semanal, es decir, qué vamos a comer y qué necesitamos comprar exactamente. Tipo de alimentos y cantidades
Orden de nuestra compra. Cuál va a ser el circuito que vamos a seguir, sea en diferentes establecimientos como en un mismo supermercado.
Si queremos seguir una dieta equilibrada y saludable, previamente habremos elaborado unos menús semanales, más o menos, no hace falta un detalle muy exacto, pero sí unos menús en los que anotemos si se trata de verduras, proteínas y cuáles, pescado, carne de cerdo o vacuno, huevo, aves..., lácteos, hidratos de carbono, etc. para cada comida.
Estos menús escritos nos permitirán visualizar si vamos bien encaminados en cuanto a hábitos saludables, y nos ayudarán a realizar la lista de la compra.
Para tener en cuenta el orden de nuestra compra y evitar romper la cadena de frío, un buen consejo es elaborar la lista en 3 columnas:
Como paso previo tomaremos los productos no alimentarios, es decir, todo aquello que necesitamos comprar a parte de los alimentos: productos de higiene, limpieza, etc.
A partir de aquí, la compra de alimentos siempre debe comenzar por los productos no perecederos, los que no necesitan frío: conservas, bebidas, producto seco tipo garbanzos, pasta, arroz, pan…
En segundo lugar, seguiremos por los alimentos refrigerados: frutas, verduras, carnes, yogures, …
Y acabaremos por los congelados. Al adquirir los productos congelados al final, impediremos que se rompa la cadena de frío, y nos permitirá evitar aumentos de temperatura que faciliten el crecimiento de microorganismos en estos alimentos.
Además, es imprescindible llevar bolsas de conservación térmica, isotérmicas, para que mantengan al máximo la temperatura baja.
Hay que tener en cuenta que todos los productos estén en buen estado. Vamos a listar una serie de aspectos a tener en cuenta a la hora de elegir los alimentos:
Productos envasados: deben estar en perfecto estado, rechazaremos los que estén abombados, mojados, abollados, abiertos o dañados.
Productos congelados: descartaremos aquellos que tengan escarcha o cristales de hielo, ya que puede indicar un almacenamiento prolongado o una rotura de la cadena del frío.
Leer las etiquetas: éstas proporcionan información muy importante al consumidor.
Los alimentos comprados a granel o al detalle: alimentos que compramos en el mostrador, como la carne, los embutidos o el pescado, deben contener un rótulo en el que se índice también el nombre del producto exacto, la procedencia y origen, y el precio.
Para las frutas y verduras, es importante seleccionar aquellas que no tengan golpes o estén dañadas. Y también deben contener el rótulo con la información esencial: nombre, procedencia y precio.
Colocar los productos en el carro también es importante, podemos evitar contaminaciones cruzadas y nos facilita el embolsado de los productos una vez llegamos a la caja.
Deben estar bien separados los alimentos de los productos tóxicos (productos de limpieza, insecticidas, etc.).
Si hemos seguido el orden anterior: no perecederos, refrigerados y congelados, ya tenemos la mayor parte del carro organizado y preparado para embolsar.
Colocar los alimentos en las bolsas con el mismo orden.
La carne y el pescado crudo siempre en la parte inferior de las bolsas, ya que podrían gotear y contaminar otros alimentos.
La parte más importante del transporte es la velocidad, es decir, no debemos demorarnos en llegar a casa para almacenar lo antes posible cada producto en su lugar.
Esta es la mejor forma de evitar la multiplicación de bacterias causantes de toxiinfecciones por el aumento de la temperatura de los alimentos que requieren refrigeración. Y más especialmente en verano.
Una vez llegamos a nuestro destino hay que depositar cada producto en el lugar indicado.
Y para finalizar, a modo de resumen, podéis ver este video del Ministerio Sanidad, Consumo y Bienestar Social.
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