Siempre pensamos "A mí no me va a pasar" y pensamos que nuestra forma de trabajar después de 20 años es la mejor (cuántas veces hemos oído a nuestros alumnos comentarlo). Pero ¿y si es nuestro hijo, hermana, padre, el que corre peligro, el que está expuesto a un riesgo? ¿Se lo diríamos? ¿Nos preocuparíamos más que si somos nosotros mismos los expuestos al riesgo que, además, pensamos que está controlado? ¿o nos preocuparíamos más si los que están expuestos son las personas a las que queremos?
Eso mismo que a nosotros como formadores nos dicen los trabajadores a los que impartimos la formación (ese riesgo lo tengo controlado, llevo 20 años haciendo este trabajo y nunca ha pasado nada….) démosle la vuelta: ¿ y si es tu hijo el que te está diciendo: "mamá puedes tener un accidente de trabajo si no utilizas bien la maquinaria", "papá, no vayas tan estresado en el coche, no respondas al teléfono aunque sea de trabajo, puedes tener un accidente laboral" ¿cómo se nos queda el cuerpo cuando son ellos los que nos dicen "papá, no fumes que es malo"? Algo en nuestro corazón se encoge, ¿verdad? pero ¿y si tú como madre o padre, hermano, hija, amigo, le dices a su ser querido "por favor, hija, no elimines los resguardos de la maquinaria que estás utilizando, puedes tener un accidente laboral" ¿Qué sería de tu hijo si a ti te sucede algo? ¿Cómo vas a jugar al futbol con tu hijo si te duele la espalda o te lesionas en el trabajo?
Deberíamos tender a que en todos los estamentos de la sociedad la prevención de riesgos se tenga en cuenta, ya que, al final nos va a afectar a todas las parcelas de nuestra vida.
Enseñamos a nuestros hijos a tener unos hábitos saludables: alimentación variada (evitando los dulces), normas de higiene (lavarse los dientes, las manos, no coger nada del suelo…), y un largo etcétera de situaciones que van surgiendo y que nos sirven para educarles. ¿Tenemos que esperar a que sean adultos y trabajen para advertirles de los riesgos que tenemos cuando trabajamos?
Hemos educado a nuestros hijos a llevar el cinturón de seguridad en el coche (cosa que en generaciones anteriores era irrisorio, empezando porque no había cinturones en los asientos traseros), y ahora para nuestros hijos es impensable ir en el coche sin el cinturón. Pues bien, de igual forma podemos educarles en materia de prevención de riesgos laborales. Al final, todos trabajarán y tendrán unos riesgos u otros, pero está en nuestra mano que sepan que incluso en el trabajo podemos evitar los riesgos y que es importante tener una calidad de vida derivada de cuidarnos a nosotros mismos y cuidar de los demás.
Por desgracia, nosotros nos tuvimos que habituar a llevar el cinturón de seguridad en el coche a base de sanciones o de ver de cerca las graves consecuencias después de un accidente. ¿Y por qué no evitamos este paso a nuestros hijos?
Todos tenemos la responsabilidad de que exista una concienciación global en materia de prevención. ¿Por qué se forma solo a los trabajadores una vez estén trabajando? ¿Por qué no formamos a nuestros futuros trabajadores antes de que adquieran hábitos y lleven 20 años arriesgando su seguridad y salud y pensando que es la mejor forma de trabajar? Desde casa, desde los colegios, las mutuas, las asociaciones vecinales, etc. podemos hacer una labor preventiva a largo plazo para que, cuando les llegue el momento de verse inmersos en la vida laboral, tengan totalmente interiorizada la prevención y nadie tenga que decir a sus hijos, hermanas, o amigos "trabaja con responsabilidad". Tenemos que trabajar para el día de mañana no tengamos que aprender las cosas a base de consecuencias si no que sea algo innato en nosotros cuidar de nuestra salud laboral.
¡La sensibilización y la concienciación son fundamentales en la prevención de los riesgos laborales!
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