La diabetes es una enfermedad metabólica crónica que provoca exceso de glucosa en sangre y que se debe a una deficiencia en la secreción y/o en la acción de la insulina, hormona elaborada por el páncreas. Para entenderlo mejor veamos que nos indican los niveles de glucosa en sangre:
Daños en diversos órganos y sistemas del cuerpo humano (riñón, retina, sistema nervioso y aparato cardiovascular principalmente). Sus efectos sobre dichos órganos, en el paciente diabético no tratado, disminuyen su esperanza de vida en mayor o menor medida, dependiendo del grado de afectación.
La diabetes tiene, al menos, dos formas diferentes de presentación:
Cualquiera de los tratamientos empleados en la diabetes lo que busca es reducir y controlar la concentración de glucosa en sangre. Puede ser mediante tratamientos de sustitución (insulina) o mediante los antidiabéticos orales, que pueden tener tres tipos de acciones: eliminar más glucosa del organismo a través de la vía renal, estimular la generación de más insulina en el páncreas o reducir la resistencia a la insulina en los tejidos periféricos. Una complicación asociada al tratamiento de la diabetes es precisamente una reducción excesiva del nivel de glucosa en sangre; las temidas hipoglucemias.
Sensación de hambre y de mareo, nerviosismo, ansiedad, sudoración abundante, confusión y desorientación que puede llegar al delirio, arritmias… El proceso revierte con rapidez en cuanto el paciente toma algún alimento. Si no se trata, el proceso sigue avanzando hasta que el paciente pierde el conocimiento.
Ante todo, debemos tener en cuenta que el paciente diabético es una persona auténticamente autónoma gracias a los avances en tratamiento médico y en el control y seguimiento de la enfermedad. La legislación española y la jurisprudencia recopilada en los últimos años avala la no discriminación en el trabajo de las personas diabéticas. Realmente son excepcionales los puestos de trabajo incompatibles con esta enfermedad.
El trabajo no es causa directa de diabetes, pero las características del mismo pueden comportarse como factor coadyuvante. Es decir, el trabajo sedentario, el estrés laboral, las jornadas excesivamente largas, los cambios de ritmo horario impuestos por la turnicidad, etc., favorecen la aparición de diabetes tipo II en individuos predispuestos.
Por todo ello, el trabajador diabético, sobre todo si tiene un trabajo con tareas de riesgo, debe estar en contacto permanente con su Servicio de Prevención para acceder a una adaptación adecuada del puesto, un derecho amparado por la legislación vigente.
Cuando un trabajador comunica a su empresa o al Servicio de Prevención de la misma, su condición de diabético debe ser considerado "trabajador especialmente sensible", categoría así reconocida en la ley de Prevención de Riesgos Laborales. Eso supone la programación de un examen de salud y de una evaluación de riesgos específicos en relación al puesto de trabajo del afectado. A partir de ahí, en función del grado de la enfermedad y de los riesgos laborales de su puesto, se podrán diseñar las adaptaciones que sea preciso implantar.
En los primeros momentos del tratamiento en un paciente recién diagnosticado y en los diabéticos inestables, se deben evitar aquellas tareas en que una crisis hipoglucémica pueda poner en peligro al trabajador o a otras personas. Conducción de vehículos, trabajos en alturas, manejo de material inflamable o peligroso, etc. El médico del trabajo será quien exima transitoriamente de esas tareas al trabajador afectado.
La irregularidad horaria ha mostrado ser perjudicial para estos pacientes, lo que implica que los horarios cambiantes ligados a la turnicidad laboral deberían ser evitados. Además, se debe facilitar que el trabajador con este problema disponga de algunos momentos en su jornada para tomar el refrigerio que pueda requerir o para hacerse la medición de sus niveles de glucosa cuando lo necesite.
Las actividades muy estresantes, si es que son frecuentes o habituales, también tienen un efecto pernicioso en esta enfermedad.
De cara al control de la enfermedad no es lo mismo un trabajo con actividad física continuada o con esfuerzos puntuales intensos, que un trabajo de corte sedentario. Las necesidades de aporte de alimento y de medición de nivel de glucemia serán muy diferentes en un caso y en otro. Es necesario tenerlo en cuenta para la oportuna adaptación del puesto.
Por otro lado, los Equipos de Protección Individual que pueda necesitar un trabajador diabético deben ser seleccionados pensando en evitarle complicaciones.
La empresa puede ayudar a prevenir la aparición de la diabetes tipo II entre sus trabajadores mediante:
Campañas de educación sanitaria entre los trabajadores promocionando una alimentación sana.
Control sobre los alimentos que se incorporan a las máquinas de "vending" que se instalan en las salas de descanso de las empresas. Favorecer en ellas los alimentos sanos (frutas, zumos, lácteos, bocadillos saludables, frutos secos tipo nueces, almendras y avellanas, etc.) y evitar la bollería industrial, dulces de distinto tipo, snacks, etc.
Si hay comedor en la empresa, controlar con los responsables de la cocina que los platos ofertados sean coherentes con la dieta mediterránea.
En trabajos sedentarios, favorecer la actividad física en el horario laboral en momentos puntuales. También idear actuaciones que estimulen a los trabajadores a realizar ejercicio físico fuera de la jornada laboral (premios por kilómetros caminados apoyándose en apps que existen para ello, etc.).
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