Al hablar de "explosión", a la mayoría se nos viene a la mente un suceso de gran violencia y consecuencias desastrosas para las personas y los bienes. Entre las diversas causas que pueden originarla se encuentran las atmósferas explosivas (ATEX).
La humanidad ha utilizado ampliamente la combustión de una atmósfera explosiva de forma controlada para utilizarla como fuente de energía, como en el funcionamiento de un motor de gasolina o el reactor de un cohete espacial.
Estamos familiarizados con este tipo de explosiones, por lo que somos capaces de aplicar medidas preventivas para evitar los sucesos accidentales que pueden conllevar consecuencias muy graves para la seguridad y salud de las personas.
El concepto "atmósfera explosiva" hace referencia al volumen que ocupa una sustancia inflamable mezclada con el aire en proporciones adecuadas para inflamarse en presencia de una fuente de ignición (superficie caliente, arco eléctrico, electricidad estática, etc.).
Las sustancias inflamables están presentes en muchos sectores empresariales y en el ámbito doméstico, pudiendo presentarse en forma de gas, vapor, niebla, polvo o fibra. Algunas de estas sustancias son muy conocidas, como la gasolina, el butano o el gas natural, pero otras no, como la harina, el azúcar o el polvo de cereales (trigo, cebada, entre otros), por lo que es vital su identificación para poder adoptar medidas de control de su peligrosidad.
Para conocer y entender mejor la peligrosidad de las atmósferas explosivas, deberíamos asimilar su denominación normativa y técnica por la de "ambientes inflamables". A mayor volumen de ambiente inflamable, peores consecuencias, desde la llamarada que produciría la inflamación de un escape de gas de una bombona de butano al aire libre, a la rotura violenta de un edificio que produciría la inflamación de ese mismo escape debido a que el ambiente inflamable puede llegar a ocupar todo el volumen de una vivienda debido a peores condiciones de ventilación.
Para poder evitar la inflamación de una atmósfera explosiva podemos actuar sobre los siguientes factores:
Estos factores se pueden representar gráficamente en un pentágono, en el que si eliminamos cualquiera de sus vértices evitamos el suceso explosión:
Aplicando esta sencilla regla podríamos haber evitado, desde las numerosas explosiones por gas en viviendas, hasta la mayoría de los 276 accidentes de trabajo por explosión ocurridos entre enero y octubre de 2017, según datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social.
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