Hace ya casi un año que la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de Wuhann (provincia de Hubei, China) informó de la aparición de un agrupamiento de casos de neumonía de etiología desconocida, y que las autoridades chinas identificaron como agente causante del brote un nuevo tipo de virus de la familia Coronaviridae, que ha sido denominado SARS-CoV-2.
Desde entonces, y debido a la rápida propagación de la enfermedad por todo el mundo, la COVID-19 ha irrumpido de forma estrepitosa en nuestras vidas, modificando la forma de relacionarnos en sociedad y alterando hasta las costumbres y tradiciones más arraigadas. Durante este atípico 2020, no solo se han suspendido prácticamente todas las fiestas populares y multitud de eventos públicos, sino que se han modificado también nuestros comportamientos en la vida doméstica.
Los datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad sobre los principales ámbitos de transmisión de los brotes en España apuntan a que la mayoría de éstos se producen en el ámbito social, sobre todo en encuentros de familiares y amistades no convivientes y, principalmente, en lugares cerrados en muchos casos mal ventilados, donde se habla a un volumen alto y no se hace buen uso de la mascarilla o se realizan actividades donde es incompatible su uso continuado, como comer o beber.
Estos datos y la experiencia acumulada durante todos estos meses, hace tiempo que nos llevan a intuir que estas navidades van a ser diferentes, no únicamente en las actividades realizadas en el ámbito público (campanadas de Nochevieja, cabalgatas, compras de regalos, etc.), sino también en el privado y, que las tradicionales reuniones familiares que celebramos en estas fechas tendrían que organizarse de un modo distinto.
Las autoridades sanitarias, reunidas en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud han acordado una serie de medidas que afectan a determinadas actividades y sectores, pero hay otras que pueden influir en la celebración de las reuniones privadas, como pueden ser las siguientes:
Estas medidas mínimas han sido adaptadas por la mayoría de las Comunidades Autónomas de diferente manera, conforme a su propio criterio y su situación epidemiológica, haciéndolas más restrictivas. Evidentemente, habrá que respetar estas normas y otras que puedan dictar las autoridades para limitar la propagación del virus a nivel comunitario, pero no conviene olvidar las medidas que podemos adoptar en las reuniones familiares para evitar el contagio entre los participantes en ellas. A continuación, sugerimos algunas ideas basándonos en las recomendaciones generales de las autoridades sanitarias:
Se recomienda que los encuentros se realicen entre los miembros de un mismo grupo de convivencia y, si no es posible, reducir al mínimo la presencia de personas pertenecientes a grupos de convivencia diferentes, particularmente si hay personas mayores o vulnerables.
Hay que tener en cuenta que ninguna de las medidas de protección es absolutamente eficaz por sí misma para evitar la transmisión de la enfermedad, sino que es la combinación y el uso conjunto de las mismas lo que permite alcanzar una mejor protección.
Esperamos que estas recomendaciones puedan hacer más seguras las reuniones familiares durante estas navidades y que, con la esperanza de la llegada de la vacuna ya en el horizonte, las del próximo año podamos celebrarlas como siempre.
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