El tiempo es oro. Y por este motivo, muchas veces intentamos sacarle el máximo partido. Llevamos (la mayoría de los mortales) un ritmo frenético para poder llegar a todas partes.
Levantarte bien temprano, arreglarte, ir corriendo al trabajo, un respiro que empleas para comer algo, seguir con la jornada, salir pitando al resto de quehaceres, gestiones, la compra, llamadas pendientes, recoger a los pequeños o llevarlos de una extraescolar a otra, lavadoras, cenas, preparar todo para el día siguiente… y vuelta a empezar.
Con suerte, algunos habrán dedicado algunos minutos a leer, hacer deporte, alguna actividad lúdica, jugar en familia o quedar con algún amigo para charlar tranquilamente. El que no pueda, lo pospone para los días festivos, que no olvidemos también hay que aprovechar para descansar y gandulear un poco.
Horas, minutos, días, semanas… De alguna manera parece que el tiempo se nos va y no sabemos ni cómo. Hay quiénes se han dedicado a desgranar este enigma, la revista Muy interesante nos aclara en que gastamos nuestro tiempo.
Pasamos 28 años durmiendo, 6 comiendo, 17 años sentados y 16 de pie, 3 años en el coche, 2 haciendo la compra, 2 años leyendo y 2 también riendo, 9 años gastados curioseando redes sociales, 5 viendo televisión y 10 años trabajando. ¿Llamativo no?
Diez años o 80.760 horas de nuestra vida (de media) son las que destinamos al trabajo. Pero lo más sorprendente es que invertimos casi este mismo espacio en pantallas navegando por las redes, o que no dediquemos más tiempo a reír, a disfrutar…
Nuestro día a día frenético y nuestras ocupaciones personales se suman a las presiones profesionales, y es que el propio entorno laboral puede llegar a ser asfixiante y estresante, siendo difícil encontrar el momento necesario para cuidar de nuestra salud, física y mental.
Y es escaso el tiempo que reservamos para desconectar, reírnos, jugar (¡sí, jugar! no importa que seamos adultos), practicar ejercicio, relajarnos, leer, relacionarnos con otras personas y compartir momentos de entretenimiento…
Con todo, resulta inevitable que pronto aparezca la palabra estrés en nuestras vidas. Dolor de cabeza, insomnio, apetito irregular, fatiga, contracturas musculares, desconcentración y pérdidas de memoria son algunos de los síntomas más característicos del estrés.
En el ámbito laboral el estrés reduce la motivación y satisfacción en el puesto de trabajo, incide en la toma de malas decisiones, dificulta la comunicación, fomenta actitudes más pesimistas y aumenta el absentismo laboral.
En definitiva, daña a la salud del trabajador y esto repercute en la empresa, ya que acaba afectando su productividad.
Muchas empresas apuestan por la salud de sus empleados
Estamos en una etapa donde las compañías más evolucionadas apuestan por un modelo de empresa saludable y consideran que los trabajadores son el activo más importante de las organizaciones, así que contribuyen en la mejora de su salud.
Empresas saludables que invierten en trabajadores saludables… o podríamos decir, trabajadores saludables que aportan salud a la empresa, para que "realmente sean" empresas saludables. Quid pro quo.
El deporte siempre ha sido y será el gran aliado en este campo. Todo el mundo conoce los beneficios que aporta a las personas hacer ejercicio de forma regular, tanto física como psíquicamente. Y son muchas las disciplinas a escoger desde natación, running, pilates, spinning… o simplemente caminar a diario.
Lo difícil es empezar y encontrar el momento para llevarlo a cabo. Por eso cada vez más empresas organizan actividades que contribuyan a mejorar la salud de sus empleados de una forma cómoda y compatible con su jornada laboral, especialmente actividades relacionadas con el ejercicio.
Algunas empresas organizan jornadas o retos deportivos entre sus empleados, otras, descuentos en gimnasios cercanos al puesto de trabajo. Hace unos años se hicieron famosas las sesiones de Mindfulness, Inteligencia Emocional o técnicas de relajación que se impartían dentro de las compañías, así como los cursos para dejar de fumar.
Y ahora se suma una "nueva" tendencia: el yoga en el lugar de trabajo, una práctica que no solo beneficia a los trabajadores, sino a la empresa, de forma indirecta.
Beneficios de practicar yoga en el ámbito laboral
A nivel Físico:
A nivel Intelectual:
A nivel Emocional:
El entorno laboral y las relaciones:
Podemos concluir que, con la práctica del yoga, las personas mejoran a nivel físico, intelectual y emocional, así que aumentan su seguridad y satisfacción personal, y esto aporta beneficios a la empresa, convirtiendo a sus empleados en más efectivos.
La respuesta a esta pregunta es complicada y formaría parte de un nuevo artículo, pues hay una gran cantidad de estilos de yoga: Hatha, Vinyasa, Bikram, Ashtanga, Iyengar, Kundalini, Dharma, Acroyoga, Aeroyoga… ¡Podemos hablar de ello otro día!
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