6 Consejos para realizar una buena formación

Si eres formador, seguro que muchas veces te has preguntado ¿Cuál es el secreto para impartir una formación amena?

Son muchos los cursos, clases o seminarios a los que hemos asistido y que tras realizarlos nos vamos prácticamente igual que cuando hemos entrado, salvo que salimos con una cartulina a modo de diploma que esperamos que en algún momento de nuestra vida estudiantil o laboral nos sirva de algo.

El objetivo de un curso, en nuestro caso relacionado con la prevención, es que los asistentes aprendan algo que les va a ser útil en su ámbito profesional. Pero, ¿y si les hacemos ver que no sólo les va a ser útil en el trabajo, sino en otras facetas de su vida?

En mi opinión, hay que hacer interesante la formación, tiene que enganchar al asistente. Por eso voy a intentar plasmar unas ideas que yo intento aplicar en mis cursos, de forma que cuando salgan los trabajadores no me recuerden como el "pesado del curso de prevención o de primeros auxilios".

1. Mejor talleres que cursos. Los talleres son más prácticos, permiten que se expresen mejor las vivencias de cada uno. Son más dinámicos que un curso que resulta más teórico y formal.

2. El formador tiene que estar en un segundo plano. Tiene que ser flexible y guiar en el aprendizaje, no imponer. Más facilitador que formador.

3. El auténtico protagonista es la persona que asiste al "taller". Tenemos que fomentar un papel activo en el aprendizaje, no un mero espectador que escucha un montón de datos.

4. Para conseguir ese protagonismo de la persona, no podemos impartir una lección magistral. Tenemos que innovar, jugar, reír, hacerle disfrutar. Para eso tenemos distintas dinámicas de grupo que aplicaremos según el grupo de personas que vengan a aprender con nosotros, como, por ejemplo, la gamificación, el role playing, competiciones, etc.

5. Muy importante también es el espacio físico. Deberíamos intentar no realizar una formación en un aula al uso. ¿Y si aprendemos en un espacio abierto? ¿Cambiamos la disposición del mobiliario? ¿Usamos materiales distintos a los habituales?

6. No me olvido de la pasión del formador. Todos recordamos con cariño a ese profesor que lo vivía en sus clases y que nos contagió su amor por la historia, biología, matemáticas, literatura, etc. Tenemos que ser apasionados con lo que transmitimos, si no es así, perderemos a los participantes en los primeros minutos y no sólo para ese día.

El objetivo principal de la formación es que el alumno aprenda. Está claro que la formación ideal, es prácticamente imposible conseguirla, pero hay que intentarlo. Nuestra obligación cómo personal que trabaja en la prevención de riesgos laborales es prevenir y para prevenir, la mejor herramienta es la formación. Entonces, si la mejor herramienta es la formación, ¿por qué no aspirar a dar la formación ideal?