Cuando un técnico de prevención se plantea realizar una evaluación de riesgos para vigilantes de seguridad, los primeros riesgos que le vienen a la mente son aquellos que pueden ocasionarle daños a la salud más inmediatos, y probablemente le saldrá una lista similar a esta:
Incidentes y agresiones en el desarrollo de sus funciones.
Incidentes al operar en ocasiones con armas de fuego.
Factores de riesgos asociados a los lugares de trabajo donde el personal de Seguridad realice su trabajo, (obras de construcción, industrias, aparcamientos, etc.).
Fatiga física por exposición a posturas forzadas.
Exposición a condiciones climáticas adversas al realizar trabajo en exterior.
Exposición a ruido en las prácticas de tiro.
Riesgo biológico en aquellos servicios que se realicen con perros.
Accidentes de tráfico (coches patrulla, motoristas de servicio acuda, etc.).
Para todo este tipo de riesgos podemos recurrir a las medidas preventivas convencionales, destacando por encima de todas ellas disponer de una buena formación en prevención de riesgos laborales.
Pero en este post quería centrarme en aquellos riesgos que pasan más desapercibidos, y que en muchos casos no se les da la importancia que merecen en las evaluaciones de riesgos; hablamos de la realización de tareas monótonas, del trabajo a turnos y nocturno, del trabajo en solitario, con el agravante de realizarlo en un entorno de empresa cliente.
Para tratar de minimizar estos riesgos es fundamental que la empresa cliente y la empresa de seguridad concesionaria del servicio realicen un análisis previo a la contracción.
Se deben garantizar unas buenas condiciones ergonómicas del puesto que ocupará el vigilante de Seguridad. Es bastante habitual ver puestos de vigilantes muy mal acondicionados, que no cumplen con los requisitos legales mínimos.
Si el servicio implica trabajo a turnos debe considerarse los efectos negativos sobre la salud de las personas que provocan, fundamentalmente el turno de noche. Por una parte, se ve alterado el equilibrio biológico, debido al desfase de los ritmos corporales y los cambios en los hábitos alimentarios, y por otro lado se pueden producir alteraciones en la vida familiar y social. Aunque no existe el diseño de una organización de turnos óptima, pueden establecerse unos criterios para conseguir unas condiciones más favorables. La actuación debe basarse, principalmente en intentar respetar al máximo los ritmos biológicos de vigilia-sueño y alimentación, así como las relaciones familiares y sociales. Siempre favorece a todo ello, el contar con la participación de los trabajadores en el diseño de los turnos.
Si el servicio implica el trabajo nocturno en solitario será necesario analizar los medios que eviten el aislamiento del vigilante, es más que recomendable establecer llamadas programadas regularmente a la central para asegurarse que no hay incidencias en el servicio y también son adecuadas las visitas regulares de los inspectores de su empresa; en definitiva, medidas que les garanticen la seguridad física y mitiguen la sensación de soledad que acompaña este tipo de servicios.
Si en la actividad del vigilante implica relación y el trato directo con el público, hay que considera que este puede ocasionar fatiga y situaciones conflictivas debido a la tensión generada por desbordamiento, intervenciones en caso de observar hurtos, denegación del acceso a locales a personas que no reúnen requisitos de autorización, etc. Para ayudar al personal de seguridad privada a reconducir estas situaciones debemos:
Dar a conocer las ayudas de la organización y de consulta para cada demanda o situación especial que se salga de su ámbito de decisión.
Aclararles las pautas de comportamiento a seguir en las diferentes situaciones potencialmente conflictivas: pautarles que ante una reacción violenta de los clientes deben tratar de tranquilizarles exponiendo las razones que motivan la decisión de forma clara y respetuosa. Ante contestaciones fuera de contexto, deben moderar el tono de voz y mantenerse tranquilo, esto ayuda en la mayoría de las ocasiones a reconducir satisfactoriamente la situación.
También debemos considerar que el hecho de trabajar en un entorno laboral ajeno a su empresa supone en muchos casos una desagradable sensación de desarraigo; el vigilante percibe diferentes condiciones laborales, diferente trato, mayor inestabilidad en su ocupación, ausencia de posibilidades de promoción; en definitiva, menor valoración de su trabajo, lo que puede generarle una enorme desmotivación en el desempeño de sus funciones. Para evitar esta percepción es necesario que la empresa cliente integre al personal de seguridad en su día a día, haciéndoles sentirse uno más del grupo, dando el peso que merece la aportación de su trabajo a la empresa.
Si se tiene en cuenta todos estos factores, la frase con la que muchos vigilantes se despiden de su compañero/a tras el relevo de turno; "buen servicio", pasará de ser un formalismo a ser una realidad, en definitiva, estaremos protegiendo a los que nos protegen.
Suscríbete a nuestro blog para estar al día en Seguridad y Salud laboral. Te enviaremos un newsletter mensual con lo más interesante de Prevenidos