La pandemia después de la pandemia: "La covid persistente puede afectar a más de un millón de personas en España"
Es una de las mayores expertas en síntomas prolongados y secuelas a largo plazo del virus, un "grave problema" del que sabemos poco.
La neurocientífica gallega Sonia Villapol lidera desde el centro Houston Methodist de EEUU la investigación de las secuelas del SARS-CoV-2. Ha publicado importantes trabajos sobre la infección, la vacunación y la covid persistente, una enfermedad de la que sabemos muy poco y que en estos momentos podrían padecer decenas de millones de personas en el mundo, muchas de ellas sin sospechar a qué se deben sus síntomas.
"La covid persistente no se conoce bien, no se ha investigado lo suficiente y los diagnósticos y tratamientos son malos", resume.
PREGUNTA: Si no me equivoco, la clasificación médica distinguiría dos problemas distintos, aunque relacionados: la covid persistente, que es una enfermedad concreta; y las secuelas a largo plazo de la covid, que son complicaciones adicionales que interactúan con otras dolencias. ¿Es así? ¿Cómo describiría ambas complicaciones? ¿O son en realidad la misma?
RESPUESTA: El virus SARS-CoV-2 a largo plazo causa inflamación sistémica, autoinmunidad o incluso cambios en la microbiota intestinal. Todos estos factores pueden originar síntomas persistentes a largo plazo, que afectan a distintos órganos o sistemas. Es lo que denominados covid persistente, covid de largo recorrido o Long Covid, y se define como una afección multisistémica debilitante posterior a la infección, con síntomas que duran al menos tres meses después de la infección. Muchos pacientes presentan fatiga, confusión mental, dificultad para respirar, palpitaciones y dolor muscular, articular o torácico. Pero también, sabemos que la infección incrementa el riesgo o vulnerabilidad de padecer otras enfermedades a medio o largo plazo. Un año después de la infección, aumenta el riesgo de padecer problemas cardiovasculares, inflamación del músculo cardíaco, coágulos de sangre, infarto de miocardio o insuficiencia cardíaca. La covid contribuye al exceso de mortalidad en un 10% y sigue siendo una causa de discapacidad y muerte. Por tanto, existe una diferencia entre los síntomas de covid persistente y las enfermedades aceleradas o causadas por esta infección.
P: Desde los inicios de la pandemia, supimos que podía causar covid persistente en muchas personas. Sin embargo, da la impresión de que el asunto se ha intentado siempre dejar de lado a nivel político y mediático. ¿Cómo se ve desde la comunidad científica? ¿Hay pruebas sólidas y aceptadas de que La covid persistente existe y es un grave problema de salud?
R: Sí, es cierto. A nivel político, las acciones se focalizaron prácticamente en la vacunación y en medidas poco eficientes para protegernos frente a la transmisión aérea. Ni desde las sociedades de médicos de familia, que a principios del año pasado animaba a convivir con el virus y a despreocuparnos de los contagios, aplicando la famosa gripalizazión. Con la banalización de las infecciones, no se ha tenido en cuenta que pasar la covid en la fase aguda con síntomas leves no excluye a la gente de padecer síntomas persistentes, que afectan la calidad de vida o deterioran la salud. Desconocer la sintomatología, la patología y los tratamientos para la covid persistente no debería de conducir a los profesionales de salud a negar su existencia, sino a potenciar urgentemente su investigación. La covid persistente se empieza a llamar la pandemia después de la pandemia. Es un problema grave que necesita atención.
P: Una de las esperanzas que se difundieron cuando apareció ómicron es que, al ser supuestamente más leve, se acabaría la covid persistente. ¿Ha sido así? ¿Quizá ha disminuido el porcentaje gracias también a la vacunación?
R: No podemos con certeza establecer asociaciones entre variantes específicas y síntomas, y tampoco sabemos qué afectación tendrán a largo plazo. Es cierto que las nuevas variantes tienen menos probabilidades de casuar covid persistente que sus predecesoras porque tenemos mayor inmunidad, bien gracias a infecciones previas o a la vacunación. Sabemos que las reinfecciones no son lo más recomendado, porque aumentan la probabilidad de padecer covid persistente: cada infección aumenta el riesgo de síntomas tanto en la fase aguda como en la post-aguda. La vacunación reduce sustancialmente el riesgo de desarrollar síntomas persistentes, hasta en un promedio del 50%. Sumado a que la vacunación reduce del riesgo de infección y síntomas graves en la fase aguda, es un factor importante para reducir la prevalencia de covid persistente. Incluso recibir una sola vacuna contra la covid disminuye las posibilidades de que una persona presente síntomas a largo plazo, y el riesgo disminuye más con cada inyección adicional. También se están aplicando tratamientos para reducir los síntomas persistentes. Sabemos que, por ejemplo, el antiviral Paxlovid parece reducir las probabilidades de covid persistente.
P: Otro tópico de la pandemia es que a los niños no les afecta el virus. ¿Son susceptibles los niños y adolescentes de sufrir covid persistente?
R: Sí, cierto, al principio de la pandemia se establecieron dogmas como que el virus no infectaba a los niños y que apenas transmitían. También había presión social para mantener los colegios abiertos cuando se terminó el confinamiento. La gente debía regresar a los trabajos y los niños, al colegio. Como los niños, por lo general, padecen covid con síntomas leves, se banalizó su impacto en la transmisión, así como el de la covid persistente. La Sociedad de Pediatría insistía en que los niños sí se contagiaban y formaban parte de una cadena silente de transmisión. Pocas veces son testados, ya que los síntomas se confunden con resfriados, pero eso no significa que los niños y adolescentes sean inmunes a la infección y a los síntomas persistentes. En enero del 2022, publicamos en Scientific Reports uno de los primeros análisis de covid persistente pediátrico, donde encontramos que uno de cada cuatro niños padecía algún síntoma post-covid, sobre todo relacionados con cambios de humor e irritabilidad. Otros síntomas comunes son fatiga o cansancio, fiebre, debilidad, falta de apetito, mala calidad de vida y pérdida de peso. Desde un punto de vista más optimista, la mayoría de los estudios han mostrado una disminución constante en la prevalencia de síntomas persistentes a lo largo del tiempo. Y esto, sumado a la vacunación infantil, hace que el impacto es más reducido, pero no inexistente. Una posible medida preventiva es tratar adecuadamente cualquier síntoma para mantener la enfermedad bajo control.