Aspirando la vacuna de covid en un vaso: la primera dosis inhalada del mundo se ensaya en Shanghai
Un ensayo piloto en Shanghái prueba la primera vacuna inhalada en el mundo contra la covid, que se está aplicando como dosis de refuerzo.
En el Hospital Tianshan, a un tiro de piedra del zoo de Shanghái, llevan varios días regalando chupitos de neblina en un vaso de tubo de plástico, como los que sirven en el McDonald's, pero con boquilla en lugar de pajita. La acogida fue tímida al principio, pero cada día las colas aumentan para probar la primera vacuna inhalada en el mundo contra la covid, que se está aplicando como dosis de refuerzo y que se administra pegando un trago al vaso que contiene el aerosol del suero chino.
Los voluntarios que pasan por el hospital tienen que aspirar, aguantar la respiración durante cinco segundos y luego exhalar lentamente al interior del vaso. Todo el proceso se completa en 20 segundos. A esta prueba piloto pueden acceder los mayores de edad que haya entre los 23 millones de residentes en Shanghái que desde hace más de seis meses cuenten con la pauta completa de la vacuna. Los más de tres millones que aún no se han inoculado ninguna dosis, o solamente una, no están invitados a probar esta vacuna inhalada.
Se recomienda no vacunarse con el estómago vacío. Después, se debe beber más agua de lo habitual y, preferiblemente, evitar fumar durante las siguientes ocho horas", sugiere una de las enfermeras del hospital que ordena la fila con la veintena de personas que aguardaban su turno desde primera hora de la mañana.
La vacuna inhalada, aprobada en septiembre por los reguladores chinos, se ha desarrollado en las instalaciones de CanSino Biologics, en la ciudad portuaria de Tianjin, al norte de China. Esta farmacéutica ha contado con la ayuda de los investigadores del Instituto de Medicina Militar de la Academia de Ciencias Militares, quienes han explicado que convirtieron la vacuna líquida en un aerosol mediante un nebulizador, y que parte del mismo ingrediente que la inyectable recombinante tradicional (vector de adenovirus tipo cinco: Ad5-nCoV), de una sola inyección, que ya desarrolló CanSino. La compañía señala que las versiones inhaladas permiten a las personas inducir una respuesta inmunitaria en las superficies mucosas de la nariz y la boca, donde es más probable que el coronavirus invada el cuerpo.
Según el ensayo clínico de fase III publicado en la revista The Lancet, el suero tradicional de CanSino tuvo una eficacia del 57,5% en la prevención de cualquier síntoma y del 91,7% en la prevención de la enfermedad grave después de cuatro semanas o más después de una sola dosis administrada. En primavera, The Lancet publicó otro estudio explicando que los niveles de inmunidad producidos por dos inhalaciones de esta vacuna con 28 días de diferencia alcanzaron los mismos niveles que los producidos por una inyección intramuscular. En cambio, estas pruebas se realizaron con la variante delta y no con ómicron y sus subvariantes, que hoy está sacudiendo el gigante asiático con varios brotes esporádicos repartidos por varios puntos del país.
En Wuhan, hogar del primer brote de covid-19 en el mundo, fechado a finales de 2019, por menos de 300 casos en los últimos 15 días han confinado un barrio céntrico donde viven alrededor de 800.000 personas. El resto de esta población de 11 millones por ahora pueden moverse con libertad, aunque deben hacerse pruebas PCR cada 48 horas. Las autoridades han vinculado el brote de Wuhan con la cadena de suministro local de carne de cerdo. Por ello se ha prohibido la venta de este producto en muchos mercados de la ciudad.
Más confinamientos se extienden en el sur de China, concretamente en Guangzhou, la cuarta economía más grande del gigante asiático, que ha sellado algunos vecindarios por el resurgimiento de nuevos casos. En el centro del país, se ha bloqueado completamente una ciudad llamada Xining, que tiene más de un millón de habitantes.
En Xi'an, en el norte, urbe conocida porque allí se descubrieron los guerreros de terracota, también se están aplicando varios cierres en barrios siguiendo la inmutable política de covid cero: al mínimo susto en forma de positivos, testeos masivos y confinamientos. Todo ello con la dependencia extrema a una aplicación de salud, que funciona por geolocalización, capaz de excluir del día a día a millones de ciudadanos cambiando un simple código de color y que brinda al Estado poderes que antes no tenía para recopilar cada paso que da el ciudadano.
Todos los controles se aplican de manera más radical sobre todo en Pekín, donde muchos residentes han quedado atrapados en otras ciudades sin poder volver porque la actual política de la capital dice que nadie puede entrar en la ciudad si en el lugar de procedencia ha habido al menos un caso positivo en las dos semanas previas.